lunes, 1 de octubre de 2012

El Final (I)

   Negra vestía la noche. Un manto de nubes cubría el cielo. El último vestigio de luz era el resplandor de la Luna llena. La llovizna se convirtió en lluvia, la lluvia en tormenta y la tormenta en tempestad. Mi corazón se aceleraba con cada trueno, cada rayo y cada centella. 

   Espectáculo de luces parecía aquella noche. Toda la naturaleza se unía en una gran borrasca perfecta. Parecía como si cada gota fuera una lágrima, cada trueno un lamento y la oscuridad, la amargura de un alma corrompida por el mayor de los pesares. 

   El cielo era un mar de oscuridad, de pesares, de dolores y tormentos; una alma pútrida, corrompida, amargada... tan solo la Luna reflejaba una pequeña ilusión, una esperanza, un corazón renacido, un corazón inmaculado y sin miedos.

   Mientras la tierra creaba su sinfonía de temores y corajes, de dolores y alivios, de amores y sufrimientos yo miraba a la mar con ojos tristes, con lágrimas descendiendo mi cara, rozándome la piel, desvaneciéndose con las gotas que rozaban mi tez como si de una caricia se tratara.

   La mar impetuosa, golpeaba los acantilados con sus sirvientas las olas. La fuerza del mar se hacía presente. Negro azabache el agua parecía. Tan solo el reflejo de la Luna el agua aclarecía. Desde mi lugar de reposo decía adiós a mi alma, a mi identidad, a mi corazón, a mi propia vida.

   Había recibido el abrazo de la noche, un beso de las tinieblas, una invitación a la oscuridad. Para amigos y familiares había muerto, para desconocidos y compañeros desparecido, y para aquellos que solo me vieron solo seré un recuerdo borroso en el océano que es la memoria. Mientras que para mis antiguos amados solo sería un sentimiento olvidado en lo más remoto de sus corazones.

   Hoy se suponía que cumpliría mis dieciocho años, que podría sacarme el carné de conducir, que podría ir a la facultad de medicina después de acabar el instituto, iría a mis últimas vacaciones con mis amigos, el amigo invisible por navidades, mi disfraz de carnaval... mi... mi... mi primer beso, el cual nunca llegará porque para esta sociedad ya estoy muerta, ya no soy nadie... y nada puede remediarlo...

  Y aquel uno de octubre de 2010, el día que cumplí dieciséis años nadie celebró mi nacimiento, sino mi muerte pues en la víspera de mi decimosexto cumpleaños fui brutalmente agredida en un callejón. Ni una gota de sangre me quedó en el cuerpo y la única marca que se halló dos orificios en mi cuello.

   Mi cadáver fue descubierto por mi amiga Selena... ni médicos ni sanitarios pudieron hacer nada pues mi cuerpo frío ya estaba... 

   Cual fue mi sorpresa cuando al despertar no me reconocí, nada recordaba y enterrada bajo tierra en un ataúd estaba...

   Entonces os preguntaréis: ¿qué soy yo? Pues yo soy una exánime, pero vosotros vampiros llamáis a los de mi clase... 

   

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